Es verdad que la opción del diálogo y el establecimiento de límites
requiere más esfuerzo, tiempo y dedicación, pero los resultados son muy
positivos: ¿no vas a intentarlo?
Para empezar, tenemos que caer en la cuenta de que tanto ducar
con autoritarismo (aquí mando yo), como con demasiada permisividad (dejando que
el niño o la niña haga y deshaga a su antojo o comprándoles todo lo que quieren
para que nos dejen en paz), tiene consecuencias perjudiciales para ellos, para
la familia y para el conjunto de la sociedad.
El estilo autoritario trata de enseñar con límites impuestos por
el miedo, sin espacios para razonar, dialogar y entender. El permisivo se
desentiende de dar pautas y de enseñar lo que es correcto y lo que no, de
respetar los derechos de otros y los propios. Uno, prepara ciudadanos sumisos o
agresivos,personas a las que no se les enseña a razonar, a cuestionar o a tener
criterio propio. El otro, contribuye a crear ciudadanos egoístas, que muestran
bajas dosis de empatía y falta de solidaridad o respeto por el bien común.
Existe un camino alternativo: la educación asertiva, que
parte de comprender que nuestros hijos son personas singulares, con cualidades
propias, distintas a las nuestras. Respetar su ritmo, su proceso evolutivo y
actuar en consecuencia, proporcionándoles amor, seguridad y autoestima, y
guiándoles con normas y límites, son las bases de esta propuesta de crianza.
El presente de los niños forja el futuro de su personalidad y
de sus códigos de conducta cuando lleguen a la edad adulta. El niño o la niña tienen
mucha curiosidad y gran capacidad de aprender. Absorben como esponjas nuestros
gestos, muletillas, forma de hablar y también nuestra forma de resolver los problemas. No podemos exigir ni
esperar que nuestros hijos se comporten de manera diferente a como lo hacemos
nosotros, somos sus guías y referentes, tanto en lo bueno, como en lo malo.
Podemos ofrecerles el mejor ejemplo con la manera en que les
educamos, les guiamos y protegemos: con respeto, diálogo y confianza mutua.
Normas y
límites: cómo y cuándo
La mayoría de las personas siente cierta resistencia hacia las
normas impuestas, aquellas que se deciden sin tener en cuenta su opinión. Por
el contrario, cuando la gente participa activamente en una decisión o en una
norma que les afecta se sienten más motivados a cumplirla. Los adultos debemos guiar
este proceso y tratar de llegar a acuerdos justos para nosotros y para los
niños. Esto no es lo mismo que dejar al niño imponer su voluntad, pero las
normas se pueden discutir y consensuar:
• Todos los miembros de la familia deben tener claro que las
normas se establecen porque son útiles para la convivencia familiar, el bien
común (ayudar en las tareas de la casa, no estropear los muebles) o individual
(hora de aseo e ir a la cama, hacer los deberes).
• Las normas deben tener un motivo e ir acompañada de una
explicación clara, tanto para el adulto, como para el niño. Debes utilizar un
lenguaje sencillo y adaptado a la edad del niño o la niña. Es necesario asegurarse
de que comprenden tanto la norma (qué hay o qué no hay que hacer) como el porqué.
• Las normas deben estar adaptadas a la edad del niño o la
niña y hay que enseñarles cómo hacer para cumplirlas.
Es necesario supervisar y tomar precauciones si algunas tareas
impuestas implican riesgos para ellos.
• A partir de los 5 ó 6 años se pueden dialogar y pactar las
normas y límites. Hacerles participar en el establecimiento de normas y límites
estimula la capacidad de decisión de los niños, les hace sentirse importantes y
facilita su desarrollo social y el sentido de la responsabilidad. Además aumenta
su disponibilidad y motivación para cumplir los acuerdos.
• Es necesario elegir un buen momento para establecer las
normas. No es útil poner normas cuando esté entretenido con otras cosas
(jugando, viendo la tele) o cuando esté enfadado o nervioso. Tampoco debes hacerlo
cuando tú mismo estés nervioso, cansado oenfadado.
• Las normas deben establecerse en un ambiente de cariño e
interés por el niño o la niña. Si en un momento de nervios gritas a tu hijo o
hija sin haber explicado bien lo que debía hacer, pedirle disculpas y decirle
que no volverás a hacerlo es una buena manera de guiarle mediante tu ejemplo.
Si se lo explicas bien y eres consistente, el niño o la niña puede entender que
pones normas y límites porque le quieres.
• Las normas no deben ser excesivas. Cuando el niño ola niña
tiene muchas normas, posiblemente no pueda cumplirlas todas y se sienta
presionado. Necesitan tener tiempo para descansar y jugar, pues es
imprescindible para su desarrollo, además de un derecho de la infancia.
Ofrécele alternativas a las limitaciones o prohibiciones, los
niños no pueden desarrollarse en un ambiente en el que todo está prohibido.
¿Quién te quiere a ti? - Guía para padres y madres
Interesantes reflexiones paisana, un placer.
ResponderEliminarbuen fin de semana.
un saludo.