Hablemos de los seis elementos que caracterizan a
las escuelas resilientes:
1. Enriquecer los
vínculos prosociales: Las diferentes relaciones que se deben promover en
una escuela deben ser entre familia y escuela, entre docentes, entre docentes y
alumnos, entre directivos y docentes y entre alumnos y familias.
2. Fijar límites
claros y firmes: Las comunidades escolares en donde los límites son coherentes,
claros y firmes, y además fueron construidos en equipo, son aquellas que promueven
la resiliencia.
3.Enseñar habilidades
para la vida: La resolución de conflictos, la cooperación, la habilidad de
resistir ante las crisis y un manejo sano del estrés, son algunas de las habilidades
de la vida diaria que de acuerdo a la literatura sobre resiliencia educativa se
deben promover en alumnos, familia y personal docente.
4. Brindar afecto y
apoyo: Cada vez con mayor énfasis, quiénes trabajan en el ámbito de la
educación, establecen que un ambiente afectivo adecuado es primordial para establecer
una buena base para el éxito académico de los alumnos.
5. Establecer y
transmitir expectativas altas: Cuando una escuela tiene altas expectativas hacia
las familias, ellas a su vez muestran una iniciativa por colaborar en
actividades escolares proporcionando elementos innovadores, compartiendo
información, incluso dando apoyo emocional a otros padres de familia que se
encuentran en una situación similar a la de ellos. También los docentes
necesitan confiar en su propio potencial como profesionales y sentir que su rol
es valorado por la escuela.
6. Brindar
oportunidades de participación significativa: Para que la participación de
la familia sea significativa tiene que adquirir un carácter activo en el que
sus aportes sean valorados por los maestros y directivos. Es decir, debe ser
incluida en la toma de decisiones, en la resolución conjunta de problemas, y en
el intercambio de ideas creativas, para de esta manera crear una relación de
socios igualitarios con los profesionales. Lo mismo ocurre con los docentes,
que están necesitados de un ambiente que promueva la equidad, que los motive a
opinar y a aportar, y los invite a participar en decisiones importantes.
Es importante comprender que ya no son las deficiencias del
niño las que debemos contemplar para el diseño de programas de intervención,
sino también las habilidades de sus padres. Ya no es posible pretender solamente
informar a los padres; debemos formarlos a la vez que ellos nos
informan y forman a nosotros.
FUENTE:El Modelo de la Resiliencia Familiar y Escolar:
Estrechando alianzas y promoviendo fortalezas en la Educación Especial
Dra. Milly Cohen
millyask@gmail.com
Diciembre 2011
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