Orientaciones sobre castigos
A la hora de pensar en castigos, en primer lugar, los padres
han de ser conscientes de los profesionales que pueden aconsejarnos en todo
momento sobre cómo podemos actuar en casos de conductas disruptivas en nuestros
hijos. Dentro del centro escolar podemos hablar con el tutor del niño que, en
caso de ser necesario, también podrá pedir ayuda al orientador del centro.
Igualmente, se puede acudir a especialistas privados en modificación de
conducta.
Otro consejo para padre sobre castigos es que debemos
regirnos por unas reglas claras, justas, explícitas y todos tenemos que
cumplirlas. Por ejemplo, que el niño sea castigado por decir palabrotas,
mientras otros miembros en casa pueden decirlas sin ningún tipo de
consecuencia, lo único que provocará es que el pequeño no lo vea justo ni
entienda por qué unos sí y otros no, más allá de una imposición arbitraria a
sus ojos.
Las normas más importantes de la casa, o aquellas que
habitualmente el niño tenga más problemas para cumplir, es aconsejable que
estén en carteles para que puedan ser vistas siempre y no se le olviden en
ningún momento. Además, debemos asegurarnos de que nuestros hijos tengan claro
cómo realizar las conductas esperadas; por ejemplo, si pretendemos que recojan
sus juguetes, deberán saber dónde se guardan para poder confirmar si no lo hace
por no querer o por no saber.
Otro consejo es que cuando castiguemos o tratemos de
modificar la conducta con alguna técnica, debemos manejar todos los mismos
criterios; no se puede dar bajo ningún concepto que entre los padres haya
divergencias, puesto que el niño puede no saber a qué atenerse o acudir al adulto
más flexible para que su esfuerzo sea menor, lo cual conllevará que raramente
alcance los objetivos marcados.
Muchas veces resulta un proceso tedioso y lento tener que
modificar la conducta del niño, así que los padres deber seguir unos patrones
para conseguirlo:
- Ser
perseverantes: si a mitad de proceso abandonamos porque nos requiere
mucho esfuerzo, nuestro hijo entenderá que su mal comportamiento no
podemos controlarlo y se reforzará en su poder y en su desobediencia. Por
ejemplo, si castigamos al niño un día sin videoconsola, no podemos ceder
porque “está insoportable” o “nos molesta mientras vemos la tele” y
devolvérsela. El aprendizaje para el niño no será que ha hecho algo mal,
será que puede portarse mal, recibir un castigo y que portándose mal de
nuevo será indultado.
- Controlar
los castigos o las técnicas que utilicemos: imponer un castigo si no
se va a vigilar no tiene por qué resultar efectivo. En el mismo ejemplo
que antes, si a nuestro hijo no le vigilamos podrá jugar igualmente,
simplemente requiere tener la videoconsola portátil o en otra habitación.
Castigos erróneos
Por otra parte, hay castigos que no tenemos que manejar con
los niños. Si tiene ciertas limitaciones no podemos provocar nosotros que se
acrecienten, puesto que tenemos que ayudarle siempre a superarlas. Por ejemplo,
si el niño es tímido,
le cuesta socializarse y prefiere quedarse en casa jugando solo, castigarle
prohibiéndole ir a jugar al parque un día que iba a ir, es del todo erróneo.
Por último, los padres tienen que tener claro que hay dos
tipos de castigo con los que tampoco se debe actuar: la comida y el castigo
corporal (pegar). En el caso de la comida porque la alimentación no debe verse
alterada por nada, puesto que podría llevar a provocar diferentes trastornos
alimentarios en los niños.
El caso del castigo corporal se debe evitar para que el niño
no aprenda que con violencia se solucionan los problemas y ellos mismos la
utilicen cuando sus amigos tengan un comportamiento inapropiado; no olvidemos
que la violencia sólo engendra violencia.
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