Factores de influencia para una mayor agresividad

 

 

Factores de influencia para una mayor agresividad

Si bien cada niño es un mundo, existen algunas situaciones que pueden predisponer a que el niño desarrolle un patrón de conducta más agresivo:
  • Variables personales: niños con poco autocontrol, que muestran poco respeto a los demás y son emocionalmente inestables tienden a mostrar mayor agresividad entre sus iguales y adultos.
  • Variables familiares: niños expuestos a situaciones complejos en el ámbito doméstico como el divorcio o separación de sus padres, u hogares con un ambiente negativo o el uso de métodos educativos no adecuados predisponen a que el niño sea más agresivo.
  • Variables ambientales: los medios de comunicación y el entorno en el que se desarrolla y crece el niño también influencian en su comportamiento y modo de afrontar las situaciones frustrantes.
Consejos sobre cómo actuar 

 Es muy importante predicar con el ejemplo y prestar especial atención a no reaccionar con agresividad ante situaciones frustrantes.
A continuación se listan una serie de consejos para evitar la conducta agresiva en los niños:
  • No ser indiferente a sus ataques. Si muerde o pega a otro niño, debemos  intervenir, separarle y reprenderle por su actitud inadecuada. Es necesario que comprenda que no se debe pegar o morder porque hace daño a los demás y que debe disculparse por su comportamiento.
  • Ayudar al niño a exponer lo que le pasa con palabras. Si el niño no es capaz de comunicarse con las palabras, podemos hacerlo nosotros por él preguntándole por ejemplo “estás enfadado, ¿verdad?” o “Te has enrabiado porqué no puedes jugar con aquél juguete, ¿no?”. Así le haremos saber que le entendemos y le haremos entender cómo se está sintiendo. Este es un paso fundamental en la educación de las emociones.  
  • Normalizar el cómo se siente. Debemos ser capaces de hacerle vez que lo que siente no es nada extraño, que todos nos sentimos así alguna vez mediante frases como  “yo a veces también me pongo triste o me enfado”.
  • Enseñarle que se puede reaccionar diferente cuando algo sale mal. De esta manera el niño entenderá que existen alternativas y a tolerar mejor la frustración.
  • No enfadarse o gritar. Si actuamos levantando la voz, enfadándonos y mostrando nuestra frustración, lo único que conseguiremos es que el niño entienda que la violencia es la única posibilidad. Si en ese momento nos es difícil controlarnos, lo mejor será retirarnos unos segundos, respirar hondo, calmarnos y volver con el niño para hablar más tranquilamente con él sobre lo sucedido. En este sentido es importante crear un ambiente familiar en el que se premie por los comportamientos sociales positivos.
  • No responder a sus exigencias. No debemos someternos a sus ataques de ira y sobretodo no dar respuesta a sus exigencias, así se darán cuenta que con una conducta agresiva no conseguirán lo que se proponen. 
  • Enseñarle a ser paciente. Enseñarle a esperar cuando quiere algo y a utilizar el lenguaje y la negociación en vez del ataque para conseguir alcanzar su objetivo.
La mayoría de niños, después de los 4 años, desarrollan el lenguaje y ganan habilidades en comunicación, de manera que van sustituyendo la conducta agresiva por una conducta más reflexiva y comunicativa.  
Si la agresividad del niño no coincide con las edades esperables para éste comportamiento ni con los contextos esperables (situaciones de cambio como la muerte de un ser querido, mudanza, etc.) es conveniente consultar a un profesional que nos pueda aclarar la situación y orientar para resolverla.
Fuente:FAROS

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