La educación colaborativa


La educación colaborativa

¿Cómo implementar este enfoque?

A continuación, una serie de pasos para crear una comunidad de aprendizaje colaborativo:

- Estructurar el aula para favorecer el diálogo y relaciones de  colaboración. La disposición clásica del aula promueve relaciones jerárquicas entre docentes y estudiantes. Cuando los alumnos están dispuestos en filas, tienen ante sí las cabezas de sus compañeros y al docente en el frente del aula. Este esquema alienta el papel dominante del profesor y la falta de participación de los estudiantes en su aprendizaje. En otras palabras, es vital para la colaboración que los alumnos se vean las caras.

- Crear relaciones positivas. Para aprender juntos, estudiantes y docentes necesitan tiempo y oportunidades de conocerse. Por eso, hay que hacer que los estudiantes se conozcan y se presenten. Eso puede hacerse en pequeños grupos o por pares. Esta dinámica previa hará que a los estudiantes tímidos les resulte más fácil hablar, y los ayudará a ser más activos en el grupo de trabajo.

- Dar la bienvenida a los alumnos  a la clase y orientarlos. Es importante cómo se recibe y saluda a los estudiantes. Hay que recordar que el docente es el anfitrión: un anfitrión bien dispuesto se para en la puerta y saluda personalmente a cada estudiante, uno por uno, a medida que entran al aula.

- Alternar entre actividades del  grupo completo, pequeños grupos  y pares. Es importante que desde la primera clase los alumnos se acostumbren a la variedad de actividades de aprendizaje.

Estos pasos crean un entorno que introduce a los estudiantes en el aprendizaje colaborativo. De esta manera se alienta la participación y la responsabilidad de que ellos sean también artífices de su aprendizaje. Además, se generan relaciones más positivas entre docentes y estudiantes. Y la investigación educativa sugiere que, cuanto más positiva es esa relación, mejores son los resultados del aprendizaje.

Los estudiantes que participan en su educación tienen un sentido de pertenencia a la comunidad de aprendizaje, contribuyen a la construcción del conocimiento, se hacen más responsables de lo que aprenden. Los alumnos no sólo dominan el contenido, sino que se desarrollan como personas. A la vez, los docentes notan una mayor madurez de los chicos, más seguridad y mejor capacidad de resolución de problemas. En consecuencia, se reducen el fracaso escolar, las conductas difíciles en el aula y el agotamiento del docente.

Por Harlene Anderson

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