¿Y qué cosas son las que
debemos enseñar a los hijos, y que los padres no debemos olvidar?
1) Les enseñamos a
decir te quiero. Querer es para toda la vida y se quiere a los hijos
porque son nuestros hijos, y no por lo que hacen, ya que lo que hacen es parte
de la vida de nuestros hijos: Su propia vida. Nuestros hijos no
son nuestras ilusiones ni nuestras metas. Escuchar a adolescentes
decir que se sienten mal porque no han sido capaces de satisfacer las
expectativas que sus padres tenían depositados en ellos es algo habitual en
estos días de búsqueda de nota media en la cercana Selectividad.
2) Les enseñamos el
valor que tiene guiar. Los guiamos cuando son pequeños y, cuando son
adultos, nuestra luz sigue ahí dispuesta a guiar. Los padres
somos faros, no para evitar que nuestros hijos se pierdan, sino porque
sabemos que es posible que se puedan perder y, en ese momento, es
cuando más necesitan que nuestra luz brille. La luz dice dónde estamos los
padres para que nuestros hijos siempre lo tengan en cuenta. No indica hacia
dónde tienen que ir, porque el camino que escogimos los padres es sólo
nuestro camino.
3) Les enseñamos que los
aceptamos tal y como son. Nuestra imperfección nos ayuda a ser
comprensivos con las imperfecciones de los que nos rodean. Les apoyamos
y confiamos en su capacidad para tomar decisiones en función de su edad.
Confiamos en que educamos para que nuestros hijos sean capaces de vivir su vida
y tomar sus propias decisiones. Confiamos en su capacidad para
afrontar los reveses que, sin duda alguna, les acarreará tomar determinadas
decisiones.
4) Les enseñamos el
valor del respeto, respetando sus ideas, sus creencias. Respetar
no es sinónimo de compartir. Aceptamos y valoramos que nuestros hijos
piensen, aunque sea de forma diferente a nosotros, o que tengan creencias y
gustos diferentes a las nuestros. Las parejas de nuestros hijos, sus
creencias, sus opciones políticas no deberían de ser nunca una frontera.
5) Les enseñamos la
disponibilidad que los padres tenemos siempre para nuestros hijos,siempre tendremos los brazos abiertos,
que no nos cansaremos de dar pasos que nos acerquen a ellos, que aceptamos, por
ser padres, que nos corresponde siempre la tarea de construir puentes.
La vida es fugaz,
los hijos nos gastan las hojas del calendario a un ritmo vertiginoso. ¿De
verdad crees que has fracasado como padre?, ¿no será que has olvidado todo
lo que les has enseñado?
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