Las “etiquetas” que ponemos a los niños


En la obra de Faber y Mazlish “Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen” se describen seis buenas tácticas para librar a nuestro hijo de los encasillamientos:
  • Buscar oportunidades para mostrar al niño una nueva imagen de sí mismo. Reconocer los cambios por pequeños que éstos sean.
    Algunos ejemplos:
    Si tu hijo se queja mucho, cada vez que pida algo sin queja haz hincapié en alabarle, más que en reñirle cuando se queja. El vínculo de cariño y de respeto es más efectivo que las riñas y los castigos.
     
  • Ponerle en situaciones en las que pueda verse de otra manera.Darle oportunidades para el éxito es lo que más le motivará a cambiar. Remarcar una y otra vez aquello que hace mal dificulta enormemente el cambio. Demostrarle que tiene nuestra confianza, remarcar los avances por pequeños que sean y mostrar entusiasmo cuando logra mejorar.Algunos ejemplos:Si tu hijo es poco hábil, puedes pedirle a menudo que te ayude con pequeñas tareas de reparación o de mantenimiento en casa. Si trabajas con él puedes supervisarle, siempre intentando no ser críticos ni negativos.Si tiene tendencia a ser desorganizado, pídele que ordene algún cajón de casa o que te ayude a ordenar el garaje, que se encargue de hacer la lista de lo que necesitarás para la próxima fiesta de cumpleaños o para la salida del domingo al campo. De lo que se trata es de aprovechar cuantas oportunidades para el éxito se te ofrezcan.  Cambiar nuestra actitud hacia él, confiando en que dará lo mejor de sí mismo si le damos oportunidad es condición indispensable para el cambio.
  • Intentar que te oiga cuando dices algo favorable sobre él a otra persona, así podrá ver cuál es el concepto que tienes de él. Nuestra opinión marca profundamente el concepto que nuestros hijos tienen de sí mismos. 
  • Ejemplificar el comportamiento deseado con nuestra propia conducta. Recordemos que somos modelos para ellos.
  •  Recordarle las cosas que ha sido capaz de hacer bien. Todos nos sentimos bien cuando recordamos nuestros éxitos. Todos los niños hacen montones de cosas bien. Fijémonos en ellas repasándolas juntos.
  • Cuando tu hijo actúe según la vieja etiqueta, expresa tus  sentimientos y/o expectativas. Él puede saber que su conducta es equivocada pero debemos también ser capaces de darle salidas y soluciones en la dirección adecuada. Frente a una conducta inadecuada es preferible comunicar que nos sentimos mal o que estamos enfadados, o bien que nos molesta su actuación, o cuál debería haber sido su comportamiento, etc. en vez de cargar las tintas sobre el fracaso, sea éste un objeto roto, una merienda olvidada o una queja repetida.
A estas seis tácticas podemos añadir:
  •  Atender al uso que hacemos de palabras como “siempre” o “nunca”. Por ejemplo: “No cambiarás nunca”, “Siempre dejas tu escritorio desordenado”, cierran el futuro del niño sentenciando al fracaso cualquier intento de cambio.
  • Revisar nuestro pasado como niños. Descubramos si nos “colgaron” alguna etiqueta y miremos cómo nos ha afectado. La mejor manera de entender a nuestros hijos es poniéndonos en su lugar.
Carmen Herrera García
Profesora de Educación Infantil
y Primaria
 
 
 
 
 

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