Redacción. Madrid
Conocer qué es el TDAH y entender al alumno;
asignarle un compañero ayudante;
segmentar las tareas;
utilizar el cuaderno único;
elegir la pauta y útil de escritura más adecuado;
suprimir enunciados;
utilizar la pizarra de los deberes;
adaptar los exámenes;
preguntar al alumno qué otras cosas sabe sobre el tema;
y la Ley del 3 a 1.
Estos son los ‘diez mandamientos’
que el pedagogo Jesús Jarque
aconseja que pongan en práctica los maestros de Primaria
que educan a alumnos con TDAH.
Así, lo primero de todo es conocer el trastorno y
comprender cómo afecta al comportamiento del escolar.
Después, es recomendable asignar un ayudante al alumno
con TDAH, un compañero que tenga una habilidad especial
para recordarle que anote los deberes o hacerle una señal
para centrarle cuando no esté atendiendo.
Como los niños con este trastorno pueden no ser capaces
de afrontar ocho ejercicios seguidos,
Jarque recomienda a los profesores
plantear los ejercicios de dos en dos
para que puedan asumir la carga de trabajo.
El cuaderno único, poniendo siempre la fecha y
la asignatura en la página, es una buena forma de ayudar
al alumno con TDAH a organizarse porque, aunque desde
hace unos años se ha generalizado el uso de un cuaderno
por asignatura, esto puede ser complicado de manejar para
el escolar. Basándose en su experiencia, Jarque señala que
las hojas cuadriculadas les confunden y que, en general,
las más adecuadas son las de una línea. El lapicero se
puede borrar, pero enlentece la escritura, así que el útil de
escritura más adecuado puede ser el bolígrafo de gel,
poniendo entre paréntesis los errores.
El pedagogo aconseja a los maestros no hacer copiar a
los alumnos los enunciados de los ejercicios, ya que
supone un esfuerzo extra improductivo. Lo que sí pueden
hacer es enseñarles a indicar correctamente las actividades:
número de página del libro y número de ejercicio.
La pizarra de los deberes es un método que ayuda a
todos los profesores a coordinarse. Cada uno de ellos
manda una serie de ejercicios para que los alumnos hagan
en casa y, al final del día, la cantidad de los ejercicios puede
ser inasumible. Si apuntan las tareas que han encargado
en un sitio visible para todos, los siguientes pueden
ir controlando la cantidad de trabajo acumulado.
Los exámenes escritos suelen ser un punto débil para
los alumnos con TDAH, por lo que adaptar la forma de
evaluarles da muy buenos resultados. Para ello, Jarque
propone aumentar el tamaño de la letra y el espacio para
responder; plantear los enunciados de forma clara y remarcar
las palabras clave; entregar al alumno las hojas secuenciadas;
utilizar formatos de respuesta breve (tipo test); y
hacer parte de la evaluación
de forma oral.
La mayoría de los niños con TDAH sabe más de lo que
finalmente plasma en el examen escrito. Poe eso, el profesor
puede incluir siempre una pregunta que permita al alumno
contar todo lo que ha aprendido sobre el tema o qué otras
cosas relacionadas sabe. Por último, la ley del 3 a 1 consiste
en utilizar refuerzos positivos en una proporción de tres
veces por cada una que haya que recriminarle su
conducta. “Los refuerzos positivos suelen aumentar
la probabilidad de que una conducta se repita”,
recuerda Jarque.
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