La neurociencia mejora el aprendizaje en niños con dificultades




La neurociencia mejora el aprendizaje en niños con dificultades

No todos los niños son iguales, así que lo más normal es que ni aprendan, ni maduren ni se desarrollen de la misma manera ni al mismo tiempo. Partiendo de esta hipótesis, resulta evidente que un sistema educativo homogéneo y estandarizado -como el que se aplica en los centros escolares públicos catalanes- penaliza a los alumnos que tienen algún tipo de dificultad, y de alguna forma, los condena a la marginalidad. No porque el sistema sea conceptualmente discriminatorio, sino porque presupone que todos los niños van a encajar en el mismo patrón, como piezas idénticas, lo que es del todo incorrecto.

Sin embargo, existen alternativas a este modelo, aunque básicamente circunscritas al ámbito de los centros privados. Uno de estos paradigmas singulares es sobre el que gira desde hace años, de forma pionera y generalizada, la Escuela Pérez Iborra, enclavada en mitad del Eixample de Barcelona. El colegio, entre otras innovaciones pedagógicas, incorpora al aprendizaje de los más pequeños los últimos avances en innovación educativa y en neurociencia, lo que le ha reportado acreditar muy buenos resultados académicos en niños con dificultades y con necesidades educativas especiales.

El director de la Escuela Pérez Iborra, Jordi Casas, explica que aprender podría compararse con calzarse unos zapatos. Cada individuo, cada persona necesita calzarse un par que esté acorde con sus pies: un calzado que se ajuste como un guante, que tengan la talla y la horma adecuadas, que ni aprieten ni vengan demasiado holgado. Si no acierta con los zapatos, nunca caminará cómodo. Tendrá rozaduras, cojeará o acabará quitándoselos. Pues con el aprendizaje pasa lo mismo. Cada niño necesita un “zapato” educativo hecho a la medida de sus capacidades y sus peculiaridades.

MODELO INSPIRADO EN EL FINLANDÉS

Y para conseguir que cada pie/niño encuentre la horma de su zapato/aprendizaje, la Escuela Pérez Iborra ha moldeado un método propio, que se estructura en base a un amplio abanico de posibilidades pedagógicas -algunas inspiradas en el exitoso modelo educativo de Finlandia- como la aplicación de los avances de la neurociencia o de la teorías de las inteligencias múltiples. El centro también ha desarrollado una metodologia integradora, que es el resultado de la interación de varias disciplinas y técnicas. En ellas, la estimulación precoz basada en la metodología de BITS, el programa físico de Glenn Doman, las aplicaciones Kumon y EntusiasMAT de matemáticas,los talleres interaula, el apadrinamiento lector, la tutoría interpares o la influencia de Reggio Emilia.Y el arquetipo, al que denominan Plan de Innovación Educativa (PIE), funciona.

“Lo idóneo siempre sería la enseñanza individualizada para cada alumno”, defiende Casas. La mayoría de los escolares se adaptan sin mucho problema al molde universal. Pero cuando se trata de alumnos con necesidades educativas especiales, tanto por dificultades de concentración -dislexia, Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)- como por altas capacidades (lo que antes se conocía como superdotados), este tipo de educación a medida es “esencial”, reconoce el director de la escuela Pérez Iborra, para obtener buenos expedientes académicos. Y, sobre todo, para que estos niños no identifiquen el aprendizaje con una carga negativa y disfruten de las clases.

En el caso de los escolares con problemas de atención, el aporte de más recursos dirigidos a la personalización de la enseñanza y la aplicación de los conocimientos aportados por la neurociencia, entre otros ingredientes, permite a los niños avanzar en los cursos con paso más firme, aunque sea dando un rodeo que requiere “un sobresfuerzo”, tanto por parte de los escolares como del centro, describe Casas. En el otro grupo, el de los alumnos más adelantados, se previenen además problemas futuros. “Los niños con altas capacidades se aburren en clase y pueden desarrollar problemas de conducta, especialmente en secundaria (ESO)”, explica el director.

PSICOPEDAGOGÍA Y MOTIVACIÓN

Para que el aprendizaje individualizado en un niño con TDAH o dislexia sea efectivo requiere que, en paralelo al aula, “se trabaje de forma preferente y específica con un psicopedagogo”, puntualiza Casas. Tampoco hay que olvidar nunca que este tipo de niños requieren “una motivación extra”, indica el director, sin incurrir en ningún momento en el error de tratarlos como bichos raros pero sin esconder sus particularidades al conjunto de sus compañeros. Se trata simplemente de colocar el acento en que son simplemente diferentes y que por eso en algunos momentos puntuales de la jornada trabajan por separado. “La comunicación ha de ser trasparente para que todo el conjunto de alumnos entienda que con la diferenciación se les está ayudando, para que de esta forma todos reconozcan el esfuerzo que los niños con dificultades deben de hacer”, subraya Jordi Casas.

Otra de los estrategias para lograr mejores resultados en un niño con dificultades o con altas capacidades es que, desde un principio, “se les marque a cada uno un camino adecuado, en función de sus necesidades reales, de sus dificultades pero también de sus facilidades” , de sus puntos fuertes, subraya el director de la escuela Pérez Iborra. Todo ello circunscrito dentro de un trabajo grupal que es casi tan importante como el individual, porque permitirá sacar el máximo partido a la propia heterogeneidad del aula.

Casas desvela otra de las claves: “Los niños deben aprender a aprender . No solo se aprende a través de las explicaciones del profesor sino de la propia experiencia”. El ejemplo más obvio es el de una clase de piano. El alumno nunca será un virtuoso del instrumento si se limita a la teoría, al solfeo y a ver lo bien que domina el teclado su profesor. “Para aprender, tiene que tocarlo él mismo. Al empezar, lo hará mal, aporreará las teclas, la melodía sonará mal. Pero con la práctica acabará aprendiendo”, insiste Casas. Con el resto de materias curriculares debería ocurrir lo mismo. “Hay que probar y equivocarse, no importa. El error es una oportunidad para aprender. No es negativo, se aprende equivocándose”, alecciona el director.

EL INSTINTO BLOQUEA LA RAZÓN

La neurociencia ha ayudado mucho en la enseñanza escolar porque ha permitido descubrir cómo afectan los procesos cerebrales al aprendizaje. Sus avances científicos se han convertido en información de primera magnitud que enseguida se pone en práctica en las aulas. Por ejemplo, una de las cosas que ha podido demostrarse con la neurociencia es que en situaciones de miedo, hambre o ira, por citar algunas, el instinto primario bloquea la razón.

“Todo el mundo sabe que si se le acerca una abeja, lo mejor es quedarse quieto, porque así el insecto pasará de largo. Pero aún siendo perfectamente consciente de eso, si las persona se asusta, desobedece a toda lógica, deja de razonar y se mueve, corre o gesticula de forma ostentosa, llamando la atención del insecto. Así, su propio miedo desobediente provoca que la abeja le acabe picando”, relata Casas. Pues algo parecido pasa con la enseñanza. “Si al explicar un tema se alerta al alumno de que es muy difícil, de que seguro que se pregunta en el examen o de que todos los años sale en la selectividad, la propia advertencia provocará un miedo en el alumno que puede acabar bloqueándolo, lo que dificultará el aprendizaje de ese tema en cuestión”, admite el director.

Pero no todo es metodología. Sería demasiado impersonal, demasiado frío. Eso es porque hay un secreto infalible para conseguir motivar a un niño, por muchas dificultades que tenga: “Lo verdaderamente importante es que sea feliz en la escuela. Si el niño es feliz, conseguir los objetivos fijados vendrá rodado”, afirma Jordi Casas. Las estadísticas parecen estar de parte de la filosofía de la escuela Pérez Iborra, porque los resultados de sus alumnos en la selectividad o en las pruebas de competencia así lo corroboran .
MetropoliAbierta
FUENTE:
https://www.espaciologopedico.com/

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